¿Por qué vacunamos a nuestros perros y gatos? 1ª parte

Las enfermedades infecciosas en general han dejado de ser una causa frecuente de mortalidad de los perros y gatos, a diferencia de lo que ocurría hace unos años, especialmente en los cachorros. La mejora en la calidad de las vacunas, los mejores protocolos de vacunación aplicados por los veterinarios y la mayor sensibilización de los propietarios hacia la necesidad de los tratamientos preventivos, son sin lugar a dudas los responsables de la reducción de la incidencia de estas enfermedades. No obstante, haber hecho bien las cosas no significa que nos podamos relajar, y es por ello indiscutible la conveniencia de seguir vacunando a todas nuestras mascotas con el protocolo y frecuencia que nuestro veterinario nos proponga.

 

Vamos a revisar posteriormente las principales enfermedades infecciosas que afectan tanto a los perros (moquillo, parvovirosis, hepatitis infecciosa, leptospirosis, rabia, coronavirosis y tos de las perreras), como de los gatos (leucemia e inmunodeficiencia, panleucopenia, herpesvirosis, calicivirosis y peritonitis infecciosa)

 

Los protocolos de vacunación en cuanto a las enfermedades que deben incluir, el tipo de vacunas, número de dosis o la edad y situación del animal (bien sea un cachorro, un adulto, una hembra gestante, etc.) son muy variables y deben instaurarse de forma individual por el veterinario en cada caso. Incluso el ámbito geográfico en que nos encontremos, podrá hacer más o menos indicado un programa de vacunación. Para poder vacunar un cachorro, este debe tener la edad adecuada, estar previamente desparasitado, adaptado a su nuevo entorno si acabamos de adquirirlo y no sometido a ninguna situación de estrés o patologías concomitantes. Existen unas normas generales a tener en cuenta durante las vacunaciones como son el uso de vacunas “puppy” o “especial cachorros” si el programa empieza antes de los dos meses de edad, usar dosis repetidas hasta la edad que se considere sin riesgo de interacción con los anticuerpos maternales, y en todos los casos terminar las vacunaciones como mínimo por encima de las diez ó doce semanas de vida. Cuidado con las razas más problemáticas por tener un sistema inmunitario más sensible.

 

Por último resaltar que, si bien la mayoría de estas enfermedades tienen una incidencia mucho mayor en cachorros que en adultos, estos no están exentos de riesgos, especialmente en la vejez o en etapas de la vida en que su sistema inmunitario no funcione suficientemente bien. En colectividades (criaderos, perreras deportivas, etc) es imprescindible una revacunación periódica de los adultos para así reducir la incidencia en el conjunto de los animales, y conseguir que los cachorros posean un elevado nivel de defensas que les protejan en su primera etapa de vida. Además, la visita al menos una vez al año para las vacunas, es una buena ocasión para chequear a nuestras mascotas y poder así detectar enfermedades de forma precoz, que eviten riesgos tanto para nuestro animal, como especialmente para la salud de las personas.


 

¿Cómo son las vacunas que se usan en nuestras mascotas?

 

Existen multitud de tipos de vacunas y combinaciones entre ellas. Las que usamos son de dos grupos principalmente: las “inactivadas” o vacunas muertas (rabia, leucemia felina o leptospirosis) y las “atenuadas” o vivas pero sin poder patógeno (en general el resto de las que usamos). La fabricación de ambos tipos de vacunas se hace hoy en día  a partir de cultivos celulares sobre los que se desarrollan los agentes patógenos; siendo estos destruidos mediante la adición de determinados productos para las vacunas inactivadas o pueden ser cultivados un gran número de veces, resembrándolos, hasta que pierden el poder patógeno, pero manteniendo su capacidad antigénica, es decir, manteniendo su capacidad de inducir la producción de defensas.

 

Las vacunas contienen los denominados “antígenos” o estructuras que estimulan a la producción de los “anticuerpos” o defensas. Es importante resaltar la importancia de los anticuerpos  maternales que el cachorro recibe junto al calostro o primera leche y que le protegerán frente a estas enfermedades durante un cierto periodo de tiempo. Estos anticuerpos, si bien son muy beneficiosos para la protección inicial del cachorro, interactuarán posteriormente con las vacunas, no permitiendo una adecuada protección hasta determinadas edades. Deben ser tenidos en cuenta de cara a la vacunación y por ellos es preciso utilizar dosis repetidas de vacuna, hasta edades que superen como mínimo las diez o doce semanas.

 

En la segunda parte de este artículo explicaremos de forma breve cuáles son estas enfermedades infecciosas que pueden afectar a perros y gatos

 

 

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