La leishmaniosis canina: una enfermedad siempre presente

Nos encontramos ante una enfermedad sobradamente conocida por la mayoría de los propietarios de perros, entre los que crea una lógica preocupación, motivada por un lado al tratarse de una "zoonosis" o enfermedad de los animales transmisible al hombre, y por otra parte, porque haya sido tenida como incurable en los perros. Hoy en día el panorama ha cambiado completamente, pudiendo considerarse en la mayoría de los casos de una “enfermedad crónica”, de un pronóstico relativamente bueno, a pesar de su indiscutible gravedad. Insistiremos en los aspectos preventivos de la misma a la vista de los conocimientos científicos actuales.

 

Es frecuente leer en periódicos afirmaciones sensacionalistas y alarmantes como “los canes transmiten la enfermedad a los humanos”, algo que es como mínimo una incorrección ya que como veremos después, es imposible el contagio directo de perro a perro, o en su caso, de perro a hombre; siendo imprescindible la participación de un mosquito. La leishmaniosis está producida por un protozoo (parásito microscópico) denominado "Leishmania infantum". Se trata de una enfermedad grave, de difícil curación y muy difundida en muchas zonas de España. Los perros constituyen un importante “reservorio” del parásito (animal en cuyo interior se almacena para desde allí poder difundirse a otros), pero no el único. La estimación de casos variaría entre un 2-3% de perros infectados hasta un 15-25% en las zonas más afectadas. El contagio en nuestro entorno se produce exclusivamente por la picadura de una mosca de pequeño tamaño y de hábitos crepusculares, de la especie "Phlebotomus perniciosus". Solo participan en el contagio las hembras, pues son las únicas que se alimentan de sangre. Sus desplazamientos se realizan en un radio de alrededor de 1 ó 2 kilómetros, y tras ingerir la sangre con los parásitos, estos deben sufrir una serie de modificaciones en el interior del mosquito, durante un mínimo de tres o cuatro días para poder contagiar la enfermedad a otro perro. Si no se producen estas transformaciones en las glándulas salivares del phlebotomus, no se puede provocar el contagio. La biología del mosquito se ha mostrado determinante en la presencia de focos de leishmaniosis, hasta el punto de que en las zonas donde se van diagnosticando más casos, se constata el aumento de esta especie de mosquitos. Se ha producido un aumento en las poblaciones de phlebotomus debido a la mayor cantidad de parques y jardines con presencia de materia orgánica, hojas muertas o paredes con enredaderas, e incluso cambios medioambientales (inviernos más suaves). 

 

En función de que las condiciones ambientales favorezcan o no al parásito, en Europa está más extendida por los países de la cuenca mediterránea como España, Portugal, Francia, Italia, Grecia, … presentándose también con gran frecuencia en América latina y en Oriente. Su difusión, siempre condicionada a la biología de las distintas especies de phlebotomus, va ampliándose por nuevas zonas. Fruto de los viajes de los perros, aparecen casos con cada vez mayor frecuencia en países en los que en un principio no existía, como Estados Unidos, Holanda o Alemania. Dentro de España, las zonas más afectadas son los dos tercios inferiores peninsulares, toda la costa mediterránea y los territorios insulares; aunque en el resto va apareciendo con un claro y progresivo aumento.

 

La sintomatología es extremadamente variada, lo que dificulta el diagnóstico. El periodo de incubación varía entre 3 meses y varios años. Los síntomas que más frecuentemente apreciamos son:

 

-Alteraciones cutáneas, como síntomas más frecuentes (mal aspecto del pelo, úlceras, caspa, alopecias, especialmente alrededor de los ojos, o aparición de callos de apoyo)

            - Adelgazamiento, anemia, decaimiento.

            - Aumento de los ganglios linfáticos.

            - Insuficiencia renal y/o hepática.

            - Lesiones oculares.

            - Epistaxis (hemorragias nasales)

            - Crecimiento exagerado de las uñas.

            - Sintomatología digestiva.

            - Cojeras y afecciones articulares.

            

Debemos tener en cuenta que el perro con leishmaniosis presenta una bajada de sus defensas, lo que le hace más sensible a otras infecciones añadidas. Como hemos comentado antes, en algunos casos puede sospecharse por los síntomas, pero siempre tendremos que recurrir a distintas pruebas analíticas; las más utilizadas son los métodos serológicos (análisis en suero sanguíneo para detectar anticuerpos contra la leishmania) y las citologías de médula ósea y ganglios linfáticos que permiten visualizar directamente al parásito, así como técnicas de PCR. Existen además unos cambios en los valores normales de otros análisis sanguíneos, fruto de las alteraciones que produce la enfermedad en el perro, que nos permitirán, además de hacernos sospechar la enfermedad, saber el estado de salud del animal en cuestión.

 

El panorama actual de la leishmaniosis ha cambiado radicalmente, fruto del diagnóstico precoz y de los mejores protocolos de tratamiento y control de la enfermedad. Hoy en día puede decirse que casi ningún veterinario contempla la enfermedad como de obligada eutanasia; incluso la OMS reconoce que la eutanasia de los perros en sí misma y en nuestro entorno, no es una buena estrategia. Eso sí, una vez diagnosticada la enfermedad y debido tanto a su gravedad como a ser considerada una zoonosis, el propietario debe decidir si trata a su animal o procede a la eutanasia; bajo ningún concepto debería mantenerse un animal sin tratamiento, por los posibles riesgos de contagio para otros perros e incluso para las personas. Debemos tener en cuenta que esta enfermedad requiere unos cuidados especiales  y un tratamiento largo y quizá costoso. Actualmente se considera que un perro sometido a tratamiento y con unos controles periódicos no representa riesgo significativo para el contagio. Hoy en día disponemos de varios tratamientos combinados de distintas formas. El más utilizado sigue siendo la utilización conjunta del "glucantime" y el "alopurinol”; si bien existen otros como la miltefosina,  anfotericina o ciertos estimulantes de la inmunidad. 

 

En la lucha contra la leishmaniosis contamos ya con nuevas armas, al haberse registrado una vacuna hace años en nuestro país, que ha sido seguida del registro reciente de otra nueva vacuna. Distintos estudios indican una protección de campo entorno al 80-90%. Es importante resaltar las dificultades técnicas para conseguir una vacuna frente a un parásito como es la leishmania, ya que se trata de un organismo muy superior en la escala evolutiva, si lo comparamos con un virus o una bacteria. La protección por ello nunca alcanzará los niveles que ofrecen vacunas como la antirrábica o la de la parvovirosis, por poner 2 ejemplos. La prevención de la leishmaniosis, además de con el uso de vacunas, debe mantener las efectivas medidas que hasta ahora habíamos aconsejado; como evitar el contacto con los mosquitos intentando que los perros no descansen en el exterior al amanecer y al atardecer, utilizando telas mosquiteras para impedir la entrada de los mosquitos en los lugares en donde se alojen los animales, pulverizando los perros con insecticidas de larga duración durante los meses cálidos, como mínimo entre marzo  y noviembre (aunque con los inviernos suaves, cada vez se van más mosquitos en peno invierno) o utilizando cualquier otra presentación de antiparasitarios que dificulte el contacto con el phlebotomus, como los collares antiparasitarios o pipetas, de los que incluso existen productos muy eficaces registrados para este propósito. El uso de dispositivos electrónicos o lámparas especiales, no está demostrado que sirvan para nada. La realización de análisis periódicos, encaminados a una detección precoz de la enfermedad, sigue siendo uno de los medios más importantes de que disponemos, si bien no se trata de una prevención como tal, sino de un diagnóstico temprano de la leishmaniosis.

 

Finalmente como curiosidad comentaremos que hace unos años se inició un brote en personas en el suroeste de la Comunidad de Madrid. Los estudios indicaron una muy elevada presencia de phlebotomus en la zona, pero era necesario encontrar el reservorio. Los perros analizados en la zona presentaban una incidencia de leishmaniosis menor de lo normal, algo que apuntaba a la eficacia de los medios de protección, por lo que el problema había que buscarlo en otro sitio. Finalmente, los estudios concluyeron que la gran cantidad de parques urbanos de nueva creación, de gran tamaño al transformar campos de cultivo situados entre los distintos municipios, en áreas recreativas, constituyeron un entorno favorable para la enorme proliferación de conejos y liebres. Las madrigueras de los conejos se mostraron como un lugar ideal para la reproducción de los phlebotomus, al ser entornos oscuros y con un cierto grado de humedad. Por otro lado, los análisis realizados en las liebres capturadas revelaron una elevada incidencia de leishmaniosis, siendo en este brote su principal reservorio. 

 

Como conclusión decir que esta compleja enfermedad está de plena actualidad por causas, como hemos visto, más que justificadas, y que todos debemos tomar aquellas medidas de prevención a nuestro alcance. Nuestro veterinario, como siempre, será quien mejor nos podrá asesorar.. 

 

 

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