Ansiedad por separación: un trastorno grave de la conducta del perro

Algunos estudios indican que nos encontramos ante una de las primeras causas de eutanasia de perros menores de dos años, lo que por sí mismo habla de la frecuencia del problema. Podríamos definir esta patología como una violenta reacción de ansiedad o miedo que manifiesta un perro al ser separado físicamente de uno o varios de sus dueños. Entre las causas que originan esta alteración de la conducta tenemos el denominado proceso de “hiperapego” al propietario. El perro es un animal eminentemente social y desde cachorro tiene necesidad de contacto con otros individuos como son el resto de componentes de la camada y muy especialmente la madre. Al separarse de esta y ser adoptado por una familia humana, los lazos rotos son sustituidos por un “apego afectivo” a los seres humanos. En la naturaleza llega un momento en que el cachorro ya crecido sufre un rechazo por su madre y por otros miembros de la manada, que le obliga a no sufrir tan estrecha dependencia del resto. Este proceso en muchas ocasiones no se produce dentro de la familia humana, por encontrarse el animal siempre acompañado y va produciéndose un hiperapego del perro hacia alguna persona. Se produce por ello un vínculo anómalo que no permite madurar correctamente al animal y hacerse adulto, por ello se habla también de infantilización del perro. Un último factor que presenta gran interés en la aparición de este trastorno comportamental, es la no existencia de un destete gradual, que conllevará problemas de inseguridad en el cachorro y que de adulto tendrá más tendencia a desarrollar el síndrome de ansiedad por separación. La separación de los cachorros y la madre debe realizarse de una forma gradual, con prolongación paulatina de los periodos de tiempo en que los cachorros se quedan solos.

 

La relación perro-propietario subyace también en este problema y nos encontramos con que la conducta de ansiedad del perro es reforzada por el propietario al intentar “con toda su buena voluntad” tranquilizar al animal tanto al llegar como al marcharse. Las manifestaciones de cariño por parte del dueño agravan la ansiedad del animal empeorando inconscientemente el problema. Por otro lado, los castigos ante determinadas conductas, son también fuente de ansiedad.  

 

La sintomatología de esta alteración se engloba en tres tipos de manifestaciones :

 

  - Vocalización excesiva, ladridos exagerados, gemidos o aullidos. Al ser descritos por los vecinos siempre producen sensación de desamparo.

 

  - Conducta destructiva, de muebles o enseres domésticos, principalmente de aquellos que pertenecen o son más manipulados por la persona de apego.

 

  - Micciones y/o defecaciones en la casa, en múltiples lugares siendo las heces generalmente poco consistentes.

 

El perro empieza a mostrarse inquieto ante la más mínima señal de partida de su propietario y es muy importante resaltar, que todas estas manifestaciones se producen normalmente en la primera media hora que sigue a la salida del propietario. Estos animales cuando están en presencia del mismo manifiestan una conducta perfecta, en oposición al ser destructivo en que se transforman cuando su dueño sale. Además, estudiando con atención a estos perros, descubrimos que suelen tener un carácter muy infantil, precisan tener frecuentes contactos afectivos con su propietario, al salir a pasear se alejan muy poco del amo y manifiestan síntomas de desamparo con la simple pérdida de visión de su dueño. (Por ejemplo al encerrarse en el baño, montan guardia en la puerta y ladran para llamar su atención). La aparición de esta conducta suele ser alrededor de los seis o siete meses de edad.

Esta conducta también puede aparecer en ejemplares adultos ante situaciones de cambio, tales como la falta de alguno de los propietarios, vuelta de vacaciones, cambio de domicilio, e incluso como parte de los cambios de conducta de perros ancianos. 

El pronóstico de la ansiedad por separación, con un correcto tratamiento, es muy bueno, consiguiéndose éxitos en un 80 % de las ocasiones. Como casos más complicados tendremos aquellos en los que haya pasado mucho tiempo desde su aparición, los que presenten multitud de síntomas y con gran intensidad, y aquellos en que se combinen otras alteraciones del comportamiento como agresividad, fobias o miedo. Un punto trascendental es la colaboración de los propietarios pues sin ella es prácticamente imposible solucionarlo.

El tratamiento presenta dos facetas al igual que casi todas las terapias de conducta, una farmacológica y otra de modificación de la conducta. La parte médica consiste en la administración durante un periodo de tiempo de medicamentos “antidepresivos-ansiolíticos”, ampliamente probados en perros y que nuestro veterinario nos recetará. Está demostrado que son una gran ayuda y que acortan mucho el periodo de corrección del comportamiento alterado.

La modificación de la conducta se basa en:

  • Eliminación de las despedidas del perro al salir el dueño, ignorando al animal por completo desde 15 minutos antes de salir.
  • Cambio en la conducta al llegar a casa, el propietario ignorará al perro, mostrándose indiferente a las muestras de alegría del animal durante otros 15 minutos.
  • Evitar el “hiperapego”, ignorando al perro cuando demande afecto, siendo el propietario quien inicie el acercamiento y caricias al animal cuando este se muestre tranquilo. Es muy importante ignorar a la mascota, teniendo en cuenta que ignorar significa: "no te miro, no te hablo, no te toco".
  • No castigar nunca al perro al regresar a casa si este ha realizado algún destrozo, ni limpiar o recoger delante suyo los desastres ocasionados.
  • Consiguiendo una separación gradual y durante un cierto periodo de tiempo, incluso aun estando los propietarios en casa. Realizar un acostumbramiento gradual, a lo largo de mucho tiempo, con paciencia.
  • Simular los rituales de salida de casa (ponernos el abrigo, cambiarnos el calzado, coger la llaves...) pero sin salir. De forma progresiva, cuando no generen ansiedad, los haremos con salidas muy breves.

El principal problema con que nos encontramos suele ser la negativa por parte del propietario, que desea el contacto afectivo con el animal, para realizar los cambios de conducta según todo lo expuesto. Es importante resaltar que resulta muy difícil ignorar correctamente a un animal, siendo clave en la realización de la modificación de conducta.

Como conclusiones recordar que en esta patología se ve involucrada la relación dueño-perro, siendo por ello más una alteración del sistema de relación, que del propio animal. Con un buen tratamiento se pueden resolver la mayoría de los casos en un corto periodo de tiempo evitando llegar, como por desgracia sucedía con frecuencia, a regalar o eutanasiar al animal.

 

 

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